El salario, como forma distributiva, encierra una relación social propia de un
estadio determinado del desarrollo, la del modo de producción capitalista (MPC). Una
característica decisiva del salario y de las formas que adopta (por tiempo o a destajo) es la
forma en que oculta el excedente de valor y por consiguiente la división de la jornada
laboral en trabajo necesario y plustrabajo1. Bajo su disfraz formal hasta el trabajo no
retribuido parece efectivamente pagado lo que nos exige la necesidad de hacer referencia a
los fundamentos del valor y a identificar el excedente. El análisis de la evolución salarial
implica consecuentemente un estudio en términos relativos, lo que podemos caracterizar
como la distribución primaria del valor creado, es decir, antes de la posterior redistribución
llevada a cabo por el Estado.
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